dimecres, 29 de febrer del 2012

De Izquierdas, de Toros y Despojos

Cuadro "Family Scene", de Fernando Botero

En el caso Colombiano, las corridas de toros han estado presentes desde el Siglo XVI, como una de las principales manifestaciones culturales heredadas, por los españoles que arribaron a América. Después de la independencia de Colombia, la tradición taurina ha sido conservada, y cada año en la ciudad de Bogotá se “engalana” la Plaza de toros la Santa María, donde acuden políticos, aficionados y varias figura publicas de la capital colombiana. En este contexto la Corporación Taurina junto con la Alcaldía de Bogotá, son las entidades encargadas de la organización anual de dicho evento durante los meses de enero y febrero.

En la actualidad y cinco siglos después de ser heredada esta práctica, el recién alcalde electo de la ciudad Gustavo Petro; -quien es recordado entre otras cosas, por ser un fuerte opositor del gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez  y  por su militancia en los años ochentas en el movimiento insurgente 19 de Abril (M19), movimiento que protagonizó en 1985 la toma del Palacio de Justicia, acontecimiento que hasta el momento continua dividiendo la opinión pública colombiana-. Ha propuesto lanzar un proyecto de ley, que busca despojar esta tradición de las dinámicas “culturales” capitalinas, a las que denomina como “prácticas alrededor de la muerte” en esta medida, ha decidido no asumir el derecho al palco de honor en la plaza de toros la Santa María. Del mismo modo, busca iniciar una negociación, con la Corporación Taurina de Bogotá con el fin de modificar, las circunstancias que hacen de las corridas de toros, un “espectáculo alrededor de la muerte”, además de informar que los dineros de la alcaldía de Bogotá, no pueden ser utilizados para este tipo de espectáculos.
Sin embargo, esta iniciativa ha despertado debates entre los seguidores taurinos. Alfredo Molano reconocido escritor colombiano y defensor de los eventos taurinos, afirma que ésta, es una tradición hispánica que tiene dos valores fundamentales, “lo heroico y lo trágico” y que además es una opción estética y cultural arraigada popularmente que no se puede desconocer. Por su parte Andrea Pinilla, directora del movimiento de protección animal, manifiestan que su interés es que las corridas de toros sean abolidas, pero que de igual forma entienden que las sociedades avanzan a un ritmo lento y que por el momento, les interesa apoyar una regulación de las corridas incruentas, que no terminen con la muerte del animal.
En conclusión, sería importante analizar y debatir en un primer momento, qué tanto valor histórico y estético tienen las corridas de toros en un contexto tan particular como el colombiano; para en un segundo momento, establecer las repercusiones sociales y culturales al momento de despojarla y entenderla como una “práctica alrededor de la muerte”. 
Edwin Mojica  

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